“Colombia necesita una institución que piense en su diáspora. Hoy los trámites son un embrollo, la representación es mínima y la atención es insuficiente. Un Ministerio de Migraciones podría ordenar el sistema y reconectar al país con los millones de colombianos que lo sostienen desde afuera.”
Una diáspora sin casa institucional
Nos fuimos. Algunos por trabajo, otros por obligación, otros porque el país se nos quedó pequeño para los sueños. Pero ninguno se fue del todo.
Colombia viaja con nosotros: en el acento que no perdemos, en el olor del café que buscamos en cada ciudad, en esa costumbre de saludar al desconocido solo para sentirnos un poquito menos lejos.
Y aun así, hay días en los que ser colombiano fuera duele. Duele cuando renovar un pasaporte se vuelve una maratón de citas imposibles. Duele cuando en elecciones empezamos a pertenecer al discurso pero no en la realidad . Duele cuando el Estado aparece para cobrar, pero no para escuchar.
Nos llaman migrantes, pero somos más que eso: somos parte viva del país. Somos quienes enviamos dinero a la familia, quienes defendemos a Colombia cuando alguien la juzga sin conocerla, quienes celebramos cada gol en un bar donde el acento se nos devuelve como un abrazo.
Y mientras todo esto pasa, los números hablan más claro que cualquier discurso. Entre enero y julio de 2025, según un análisis de BBVA Research, los colombianos enviamos más de 7.500 millones de dólares en remesas, un aumento del 14 % frente al año anterior, de hecho se espera que al final del año 2025 superen los 13 mil millones de dólares . Son millones de gestos de amor disfrazados de transferencias: el arriendo de mamá, la universidad del hermano, el negocio familiar que sigue en pie gracias a quien trabaja a miles de kilómetros.
Y aun así, el Estado no sabe dónde estamos, ni qué necesitamos, ni cómo servirnos. Nuestros trámites, derechos y procesos están esparcidos entre la Cancillería, Migración Colombia y otras oficinas que funcionan como piezas sueltas de un rompecabezas que nadie se ha sentado a armar.
Por eso esta propuesta no es una ocurrencia. Nace del cansancio de miles de colombianos que llevan años tocando puertas cerradas, de quienes han hecho fila de madrugada frente a un consulado, de quienes sienten que votar desde el exterior es un privilegio raro, cuando debería ser un derecho pleno.
La verdad es simple: No existe una entidad en Colombia que piense integralmente en su diáspora. No hay quien nos represente y nos coordine como comunidad global activa. No hay quien entienda que somos ciudadanía, economía, cultura, identidad y familia dispersa, pero profundamente conectada.
Porque cada colombiano que vive afuera es, al final, un embajador sin sueldo. Y ya es hora de que el Estado nos vea con los mismos ojos con los que nosotros seguimos viendo a Colombia: con cariño, con fe y con ganas de regresar, aunque sea solo por fiestas de fin de año.
Por qué Colombia necesita un Ministerio de Migraciones

Si vives fuera del país, seguro has escuchado esta frase más de una vez: “¿Otro ministerio? Eso es más burocracia, más gasto inútil.”
Y claro, suena lógico… hasta que miras cómo funciona lo que ya tenemos.
Los trámites consulares tardan semanas o meses. Las plataformas de citas colapsan cuando más las necesitamos. Los sistemas no se hablan entre sí. Los datos están desactualizados o simplemente no existen. Y las oficinas repiten funciones que nadie coordina.
No es que el Estado sea pequeño: es que está desordenado.
Por eso, cuando hablamos de un Ministerio de Migraciones, no estamos hablando de más oficinas.
Estamos hablando de ordenar lo que ya existe, de hacerlo coherente, de convertir pedazos sueltos en una política que sí responda a cómo vivimos los colombianos en el exterior.
Avances oficiales que existen… pero que siguen sin hablar entre sí

Para ser justos, sí ha habido intentos de modernización. No estamos diciendo que el Estado no haya movido un dedo; el problema es que lo ha hecho por pedacitos, sin una visión integral de la vida del colombiano que vive afuera.
Por ejemplo: hace unos años nació SITAC, una plataforma que permitió que trámites que antes exigían papel, filas y fotocopias pudieran hacerse de forma digital. Un alivio pequeño, pero necesario, para quienes ya no podíamos depender de documentos físicos desde otro país.
Luego llegó la apostilla y legalización electrónica, que por fin eliminó esos viajes incómodos y trámites presenciales que parecían pensados para quien vivía a tres cuadras, no a miles de kilómetros.
También mejoró la solicitud de pasaporte en línea, que nos ahorró pasos presenciales imposibles de cumplir desde otra ciudad o país.
La Carpeta Ciudadana Digital apareció como la promesa de un espacio único donde consultar documentos sin depender del horario del consulado.
De igual manera existen otros programas que funcionan de manera aislada, por ejemplo:
- Colombia Nos Une
- Migraciones Colombia
- Entre otros programas que no se encuentran integrados en una sola entidad.
Son avances útiles, claro que sí…
Pero cada uno vive en su propia isla. SITAC por un lado, la Carpeta Ciudadana por otro, las notarías digitales por allá, los pasaportes con su propio sistema. No hay un puente que los conecte. No existe una ruta pensada desde nuestra perspectiva: “soy colombiano, vivo afuera y necesito hacer todo esto sin perder semanas de vida.”
Por eso, aunque agradecemos cada avance, sentimos que no alcanzan a sostener la vida real de una diáspora tan grande. Ayudan en momentos puntuales, pero no resuelven el fondo: que todo está diseñado como si los colombianos en el exterior fuéramos una excepción, no una comunidad entera.
El problema no es que falten piezas. Es que no existe la institución que las ensamble.
Seis pilares para un país global y conectado
Hablar de un Ministerio de Migraciones no es hablar de burocracia. Es hablar de enfoque. De ordenar las prioridades. De entender que Colombia ya no cabe solo dentro de sus fronteras.
1. Atención consular con rostro humano
Para quienes vivimos fuera, un consulado no es un edificio: es un salvavidas. Es el lugar al que acudimos cuando perdemos el pasaporte, cuando necesitamos registrar el nacimiento de un hijo, cuando algo se complica y no tenemos a quién más acudir.
Pero la realidad es conocida: filas eternas, citas imposibles, trámites que parecen diseñados para desesperar hasta al más paciente.
Por eso, el primer pilar debe ser claro:
Atender con dignidad, con tecnología y con humanidad.
Eso implica:
- Digitalización real de la mayoría de trámites.
- Plataformas estables, no sistemas que colapsan a las 8:03 a.m.
- Líneas de emergencia y equipos que respondan en tiempo real.
- Evaluaciones ciudadanas obligatorias para medir la calidad del servicio consular desde nuestra experiencia.
Un Estado moderno empieza por no dejarnos solos cuando más lo necesitamos.
2. Participación política real y voto accesible
La democracia no debería detenerse en el aeropuerto El Dorado. Pero hoy, votar desde el exterior es casi un acto heroico.
El segundo pilar exige algo básico:
Si enviamos dinero, también tenemos derecho a decidir.
Eso implica:
- Depurar el censo electoral
- Plataforma única de registro electoral
- Voto electrónico y voto postal
- Transparencia real con veedurías ciudadanas internacionales
- Impulsar la Circunscripción Internacional
Participar políticamente no es un privilegio: es un derecho.
3. Migración e integración con visión de doble vía
De Colombia ya no solo se van. También llegan miles de personas buscando oportunidades. El país cambió, y la política migratoria debe entender eso.
El tercer pilar propone:
Mirar la migración en dos direcciones: los que se van, y los que llegan.
Eso se traduce en:
- Regularización e integración laboral
- Acceso a salud y educación
- Redes territoriales de apoyo
- Programas voluntarios y productivos de retorno planificado
La migración no es del todo un problema. El problema es no saber gestionarla.
4. Identidad, cultura y educación que sobreviven a la distancia
La distancia cambia la vida, pero no borra lo que somos.
Este pilar propone:
- Crear un Fondo Cultural y Educativo de la Diáspora
- Apoyar escuelas, talleres, festivales y espacios comunitarios
- Conectar universidades colombianas con comunidades en el exterior
- Impulsar programas de turismo de retorno
La cultura es el hilo invisible que mantiene unido a un pueblo disperso.
5. Emprendimiento, economía y redes de colombianos por el mundo
Los colombianos en el exterior no solo enviamos remesas. También emprendemos, exportamos, generamos empleo, abrimos mercados y movemos ideas.
Este pilar plantea:
- Crear redes binacionales de negocios
- Impulsar “Buy Colombian Abroad”
- Incentivos a inversión desde el exterior
- Mejorar tarifas y servicios financieros
- Promover educación financiera para migrantes y familias
La diáspora no es una carga: es uno de los motores económicos más fuertes que Colombia tiene hoy.
6. Transformación digital total y datos limpios
El último pilar es quizás el más urgente.
Propone:
- Registro Único de Colombianos en el Exterior (RUCE)
- Integrarlo con Migración, Cancillería y consulados
- Crear un Registro Digital Global de Movilidad
- Consolidar estadísticas reales
- Un sistema interoperable: un solo login, una sola historia, una sola experiencia.
El mundo cambió hace años. Es Colombia la que está llegando tarde.
Costo y sostenibilidad: lo caro es seguir como estamos
Cuando se habla de crear un ministerio, siempre aparece la misma preocupación: “Eso cuesta mucho.”
Pero la verdad incómoda es otra:
Lo realmente caro es sostener un sistema roto.
Hoy Colombia gasta dinero en oficinas, plataformas que no convergen entre sí, viajes innecesarios, procesos ineficientes y sistemas que caducan cada cuatro años.
Crear un Ministerio de Migraciones no implica edificios nuevos ni nóminas gigantes. Implica unificar, ordenar y reducir duplicidad.
Proyección política y demanda ciudadana
Aquí viene la parte que incomoda a muchos: La creación de este ministerio no es solo un asunto técnico, sino un asunto político.
Durante décadas, los colombianos en el exterior han sido vistos como un “tema secundario”. Pero eso ya cambió.
Hoy somos millones. Millones que envían dinero, que producen, que estudian, que votan, que opinan, que se hacen escuchar.
Exigir representación no es capricho: es justicia política.
Conclusión: un país global merece un Estado que piense globalmente

Colombia ya no termina en sus fronteras. Colombia también está en Madrid, en Miami, en Toronto, en Buenos Aires, en Tokio. Está en cada acento que no se pierde, en cada remesa que sostiene un hogar, en cada niño que aprende a decir “papá” o “mamá” lejos de donde nacimos nosotros.
Crear un Ministerio de Migraciones no es un lujo: es reconocer que la diáspora existe, siente, aporta y merece ser parte del proyecto de país.
La creación de un solo Ministerio de Migraciones permitiría:
- Centralizar todos los programas
- Generar orden
- Reducir costos
- Responder mejor a las necesidades migratorias actuales
- Atender a los migrantes que llegan y a los colombianos en el exterior.
Para aquellos que piensan que es costoso, resulta fundamental explicar que el desorden actual cuesta mucho más que la creación de un ministerio. Lo que se requiere es un sistema que coordine, actualice y oriente al país hacia el futuro; esto no significa generar más burocracia, sino reestructurar lo que ya existe en una única entidad.
Porque si algo sabemos quienes vivimos lejos es que la distancia no nos rompe. Nos transforma. Nos conecta. Nos hace Colombia…. de otra manera.
Si eres parte de la diáspora, tu voz cuenta.
Comparte este artículo, comenta tu experiencia y súmate a la conversación sobre el Ministerio de Migraciones. Colombia no cambia sola: la cambiamos quienes seguimos construyéndola desde afuera.
Preguntas frecuentes sobre el Ministerio de Migraciones
¿Qué es el Ministerio de Migraciones y Colombianos en el Exterior?
Es una propuesta para crear una entidad dedicada exclusivamente a la diáspora colombiana y a la movilidad humana. Coordinaría trámites, protección, datos, participación política, cultura, remesas y programas de integración, sin reemplazar el rol diplomático de la Cancillería.
¿Por qué Colombia necesita un ministerio exclusivo para migraciones?
Actualmente los temas migratorios están dispersos entre varias entidades, generando procesos lentos, plataformas desconectadas, datos incompletos y poca representación para quienes viven en el exterior. Un ministerio permitiría unir todo bajo una sola política moderna y coherente.
¿Esto significa más burocracia y más gasto público?
No. La propuesta busca reorganizar funciones que ya existen, reducir duplicidades, mejorar la eficiencia y aprovechar la cooperación internacional para financiar la digitalización y la atención consular. Es un cambio de enfoque, no de tamaño.
¿Qué beneficios tendría para los colombianos en el exterior?
Trámites consulares más rápidos y digitales, mejor atención en emergencias, acceso real al voto, programas para emprendimiento, mejores tarifas de remesas y apoyo cultural y educativo para familias migrantes. Es una política pensada desde la vida real de la diáspora.
¿En qué se diferenciaría de la Cancillería y de Migración Colombia?
La Cancillería se ocupa de la política exterior. Migración Colombia de las fronteras. El Ministerio de Migraciones se centraría en las personas: quienes viven fuera del país, quienes llegan a él y los servicios que necesitan para ejercer sus derechos.
¿Cómo impactaría en las remesas y la economía?
Permitirá mejorar tarifas y canales de envío, fortalecer la educación financiera, apoyar emprendimientos de la diáspora y transformar las remesas en desarrollo productivo y territorial. La diáspora es un motor económico clave para Colombia.
¿Qué puede hacer la diáspora para apoyar esta propuesta?
Informarse, compartir contenido, participar políticamente, exigir mejores servicios consulares y apoyar iniciativas que visibilicen la importancia de una política pública seria para los colombianos en el exterior. La fuerza de la diáspora está en su voz colectiva.